sábado, 29 de septiembre de 2012

HELSINKI


A pocos metros del puerto en el cual desembarqué, se encuentran los autobuses turísticos que te dan una vuelta por la ciudad con paradas en las zonas principales. Cosa que a la vez que cómoda, evita el pagar los escandalosos precios de las excursiones propuestas por el crucero.





Después de pasar unos días con frío y lluvia, Helsinki nos recibió con un sol espléndido lo cual contribuyo a que la ciudad luciera en todo su esplendor.

La catedral en el alto de una gran escalinata y aunque tras disfrutar de la majestuosidad de las que había visto en Rusia, no me dijo gran cosa. Su interior sobrio, pero los bancos tenían un diseño muy bonito.






Los países nórdicos son cuna de los muebles de diseño y aquí había una avenida donde se podían ver tiendas dedicadas únicamente a muebles y decoración de interiores.

A lo largo de la ciudad, la línea del tranvía te acerca allá a donde vayas ya que tienen hasta diez lineas diferentes. Hay dos zonas claramente diferenciadas: una comercial, con edificios impresionantes, donde se encuentran los centros de negocios y la vida de la ciudad que se llama Vironniemi y otra más alternativa, Kallio con edificios de categoría inferior, calles con mucha pendiente y comercios de barrio.











En el puerto, lleno de veleros y barcos a motor particulares, encontré un mercadillo de comida, pieles, recuerdos... Que tenía mucho encanto.
Habían varios puestos donde la gente comía lo típico de allí, el pescado y el reno en todas sus variedades.







Una de las cosas común es acudir a las saunas finlandesas. En invierno cuando las temperaturas están por debajo de cero, multitud de ciudadanos pasan por allí. No pude probarlo debido al escaso tiempo que pase en la ciudad, pero me hubiera encantado ya que soy una fan absoluta de este tipo de cosas!

Me encanto la ciudad, las gentes, la limpieza de las calles llenas de flores, el puerto.... Todo exquisitamente cuidado.

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