Tras pasar la primera noche en el mar y con un vaivén constante ( que a la hora de dormir parece que te están acunando), llegamos a WARNEMUNDE.
Es una pequeña localidad muy cercana a Berlín con casitas bajas, calles alegres y una playa estupenda; grande, de arena blanca y con unas pequeñas casetas que se alquilan para protegerse del aire.
Muy curiosas la verdad, estaba la playa repleta de ellas!
En la iglesia, ubicada en una plaza, confluyen las principales calles comerciales de la localidad. Pequeños comercios de recuerdos, flores, fotografía, así como distintas cafeterías donde degustar un menú o un buen café.
Las calles desprendían un color muy alegre por la multitud de sombrillas, flores, sillas, arbolado...
Disfrute de la típica comida alemana en un restaurante con mucho encanto, un antiguo molino: MEYERS MUEHLE.
Aunque disponía de mesas fuera, la temperatura ya en esta época del año no me lo permitió. En su interior se podía ver la tolva del molino, y otras cosas especiales como una vela en la pared que a lo largo del tiempo había desprendido una gran cantidad de cera en su pared. Curioso!!
Una pequeña localidad que imagino en pleno verano estará repleta de berlineses que quieren disfrutar el sol y la playa lejos del bullicio de la gran ciudad.
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